domingo, julio 20, 2008

20 de julio y un malestar monstruoso

Hace mucho que no escribo. Al menos no lo que se llama escribir, no de forma intensa o prologada; apenas pequeñas eyaculaciones precoces de escritura, o en su defecto, botellas al mar o a quién sabe qué extraño; tanta es nuestra fe en los otros. Me duele el estómago y mi cabello hiede a vómito, aunque cosa distinta pasa con mi vello púbico, que huele a herbal essences por una manía rara que me entró ayer en la mañana. Antes cuidaba más mis palabras, creía que de ellas podía salir una belleza a la que no aspiraba yo en la vida diaria, pero uno se cansa de sus alteregos a la larga, esas idealizaciones rancias.
Hoy no es belleza lo que busco, sino, en todo caso, lo contrario. Quiero verme frente a frente. Quiero bastarme mortal, enferma y descuidada; porque, sépalo mundo, soy una niña y una actriz de cuarta, que cuando las cosas no le salen bien patalea emberrinchada, que está acostumbrada a ser idolatrada, que no se deja amar ni fallar, que está exhausta.

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