sábado, febrero 16, 2008

Escena estereotípica

Le gustaba sentirse personaje y la escena lo facilitaba: junto al teléfono, esperando algún gesto de reciprocidad, era poseído por la ansiedad en sus más comunes manifestaciones: movimientos excesivos e involuntarios de sus extremedidades, deambuleos por la habitación, delirios. Pensando en lo ridículo y en lo estereotípico, casi disfrutaba de la escena y esperaba lo peor sólo para conquistar así algún derecho al patetismo. Él bien lo sabía: no existía razón alguna para esperar respuesta, al contrario, era el silencio lo que, desde meses atrás, se venía cargado de sentido, hasta que con un peso de necesidad se había apoderado de la habitación y no cabía esperar nada más en ella que su expansiva presencia. Mea culpa, se dijo, y no mentía. Sus pensamientos eran más o menos los siguientes: si tan sólo pudiera conservar en silencio mi ansiedad secreta, si tan sólo pudiera esta historia seguir su curso natural y no recibir llamada alguna ni ningún tipo de conmiseración de su parte, y pagar sólo el efecto de lo dicho y lo vivido y mamar de la nada bien merecida mientras ella bebe vino con su amante del otro lado, mientras ella encuentra un lugar de descanso lejos de mi asfixia.

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