domingo, noviembre 18, 2007

No oses momificarme

Reconozco que es fácil engañarse. Llamar verdad a la palabra que con ansia se reafirma, contener la respiración, construir hogares y sentirte yacer en lo inmutable. No hay más amenaza en una tierra conquistada ni más sorpresa en un universo que ya lo es todo. Es de saberse que una puerta abierta no necesita llave y no hay por qué estremecerse frente al desayuno de la mañana que sólo contiene pan, café y leche. Seduce pues la idea de colocar las anclas, levantar ciudades en el aire y echarse a dormir gloriosamente; lo comprendo.
Mas escúchalo bien querido: en esta tierra de muertos, yo no aceptaré se me entierre y mucho menos se me congelen las entrañas, porque has de saber, niño mío, que yo no soy ellos, que a mí se me calcinan los huesos por dentro y que si he de morir, moriré volando.

A propósito de esto me doy la libertad de poner aquí un poema harto conocido que complementa muy bien la idea. Una disculpa porque no es la primera vez que aparece en Éter y Sal (apareció en Octubre del 2005) pero bueno, estamos partiendo del principio por lo demás plausible, de que nadie lee todo.

No te salves de Mario Benedetti

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
----------no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
---------pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
------------entonces
no te quedes conmigo.

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