Y por qué no puedo tener derecho a extrañarte, a llorar como llora la gente, por qué no puedo, por qué no puedo pedir un abrazo o un café sin pedir disculpas, sin decir que todo está bien, que nada pasa. Por qué no puedo llorar acompañada, caer sin sentirme en deuda con quienes voltean hacia mí su mirada, por qué no puedo. No sé curarme porque no sé estar sola pero tampoco acompañada, porque en el Olimpo nadie llora y en
1 comentario:
Todos, al menos los cuerdos, estamos en busca de cosas que duelan -¿o será que eso decimos los locos?- todo el tiempo.
Te mando un abrazo... para cuando te duelas y lo necesites.
:)
Publicar un comentario