viernes, septiembre 14, 2007

Mormomio

Quiero que seas mi última boca, mi último beso, quiero que en mi piel se marque la huella de nuestro último abrazo y que ese abrazo contenga todos los abrazos, quiero que tu tacto borre todo tacto desde el inicio de los fines, quiero recostarme y sentirte, quiero recordar tu aroma y en él acurrucarme, dejarme vencer hasta el mundo de los sueños y regresar a este mundo sintiéndome otra. Quiero vencer al tiempo, cristalizarte, asesinarte, extraerte la esencia como un perfume y luego dejarte ser, ahí, precioso, donde no te toco.

*porque dije que algún día te haría una dedicación, aquí la tienes Mormo mío.

1 comentario:

Luis F. Alcántara Guerra dijo...

Me has hecho, y lo agradezco, llorar. Nosotros sí somos, es lo único que ahora sé, absolutos. La antítesis es dura, y duele y duele mucho... Pero, cual idea (de la razón), postulo, ahora y para siempre, un ideal: habrá síntesis Nerea, tarde o temprano. Por el momento lo más prudente es encerrarnos en la antítesis, vivirla con toda su fuerza. En cada momento de las configuraciones, mi querida hegeliana, lo que hay es siempre lo mismo y eso me basta, me sobrepasa y desborda, para decir dos cosas: me siento querido (amado) y feliz. No importa cuán abrumadora y necesaria sea la antítesis y cuándo haga falta que se niegue la tesis, tengo la seguridad de que la síntesis nos espera, en algún mundo, en algún lugar, en algún tiempo... Gracias, Nerea, por hacerme, en la negación, auténticamente, feliz.