miércoles, septiembre 05, 2007

Maldición Rochefoucauldiana.

Y pasar a lo siguiente, voltear la página y malescribir un verso sin cristal y hablar de lo habitual y tal vez de ti. De ti. De la Rochefoucauld y las ninfas feneciendo con una flecha en el talón del orgullo. Primero viene el pedestal, luego viene el sacrificio y el príncipe de corbata azul se limpiará cuidadosamente la sangre de la boca con cinismo. Un sorbo de éter y sal y la muerte palpitando. La virgen debe de ser ciega, sólo vale mirar cuando no se es mirado; la virgen debe ser virgen y no estatuilla de arcilla aunque eso sea; la virgen debe morir, debe romperse ante el devoto para que éste crea en los milagros, aunque al creer la olvide.

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