martes, mayo 30, 2006

Canto de Pájaros

Tortuosa ficción la que nos lleva a querer decir, algo. Desde cuando son más hermosas las letras que componen la palabra “pájaros” que los mismos pájaros volando, jugando, cantando… Yo no traigo al mundo conmigo y ya es decir. Perdón. Yo no soy de aquí ni de ninguna parte y sin embargo soy. Perdón.
Perdona por ser apenas capaz de intuirme, apenas capaz de saberme aquí y difuminarme anónima en el infinito inasequible de este equívoco lugar: aquí. Perdona por permanecer en donde no pertenezco; tan falta de gracia, tan necia, tan terca tarareando lo que no sé decir.
Escucho los pájaros pero ignoro si las zarigüeyas también cantan, o si en este momento estás pensando en mi o soy yo, o si la luna parda, o si el mirón de enfrente tiene los ojos así o sólo me quiere coger. No lo sé. ¿Y si olvido tu nombre o tu rostro? ¿O si te encuentro tras mi discurso de delirios y al mirarte no me miras y al besarte no me amas? ¿Qué haré, amado mío, si es verdad que mi alma es agua y se escurre ágilmente hasta perderse en el espesor del tiempo? Dime qué haré si tú estás lejos, qué haré con las rejas, con los gestos y yo; cómo sobreviviré entre los trazos torpes de mi existencia, entre los brazos déspotas de mi prisión. Cómo, cómo existir sin desvanecerme o desvanecerte o nada…
Amor mío, no te equivocas del todo cuando me piensas distinta, cuando me amas otra. No lo sabes tampoco; pero no me ves, no me tocas. Mi boca con tu boca entre tus besos se vuelve tus besos y tu boca y yo me pierdo. No somos sino esto, no somos sino cuerpos que se sostienen sin nosotros para olvidar su olvido. Sólo se oye el canto de los pájaros de fondo y las zarigüeyas como muertas se desvanecen en el silencio con nosotros.
Estamos solos, amor, solos, y en eso nos parecemos al mundo. Quiero romperte; espejo, vanidad, quiero probarte y que me sepas amargo como amarga la carne, como amarga la vida. Estoy cansada del sabor dulzón de la quimera obstinada en hacernos tropezar día con día. Estoy cansada de los versos que con su belleza cruenta juegan a unirnos con nuestra propia agonía.
No, esto no es bello ni pretende serlo, es sólo mi tortuosa ficción y perdón. Sólo soy yo y estoy aquí de donde no soy. Pero tal vez si me abrazaras, tal vez si me mataras y yo me creyera la trama, tal vez con el tiempo y la obstinación, lográramos serle suficientes al diablo y entregar nuestra alma a la nada y así, tal vez dejara de dolernos tanto el silencio de las zarigüeyas y el inevitable abandono de nuestros cuerpos.

5 comentarios:

Unknown dijo...

...Pero de alguna manera le tuviste que seguir haciendo para seguir viva, antes de que hubiera brazos que te sostuvieran. El agua del alma siguió ahí, sin evaporarse en la frígida noche, a pesar de que en algún momento no hubo dedos por entre los cuales pudiera furtivamente deslizarse.
Zarigüellas y pájaros... qué son ya sino cadáveres y podredumbre.
El alma humana, en cambio...
¡Quiero darte un abrazo, y recordarte que ahí estaré! Porque no sé mas que estar, y si ahí tampoco pertenezco, pues yo también me excusaré y me iré a la sombrita, al fín que estoy más cómodo en el fresco...

Emma was an angel dijo...

abrazame.. quiero ser cierta.

Anónimo dijo...

"Yo no soy de aquí ni de ninguna parte y sin embargo soy."

Me encanta tu arte bruto y la vida que le das a las palabras.Ya sabes que tu eres mi ídola poetica,filosofica y sangrienta.
Te adoro
Ceci

LSz. dijo...

El alba siempre duele; inevitable intuición que te da razón de ser; a veces intuyes que sería mejor cuando amanezca, pero mientras sucede, los pájaros anuncian lo extranjero que se suele ser. Y la angustia, la angustia es humanidad que en tus rastros, huellas "ser tú", intuyes. Aunque yo intuyo, que quien dice yo soy, miente, dice más bien, yo digo que soy.

Canek Zapata dijo...

como se ha vuelto comun. Cada que me vuelco a leer sus letras, solo me queda la admiracion por su prosa ligera de tintes divanescos