No quiero hacer de mis palabras utencilios de guerra, no es mi intención afilar mis letras para matar a diestra y siniestra. No he elegido el juicio que te arranca los ojos, y en la ola de destrucción, yo también me he quedado indefensa.
No lo quise así, estoy pérdida, me he quedado sin fuerzas y tengo frío. Guardo soledad en las maletas, en las horas muertas; marcas de mi inexistencia. Me observan las paredes mudas, y en el silencio abrumador, caigo (el agua corre, y el estúpido ventilador).
Caigo y te maldigo, te maldigo por ser tú, peor aún, por ser vos, te maldigo porque lloro, porque no duermo, porque no puedo hacer otra cosa que maldecirte.
Pero con el alma gangrenada aún queda una salida, la liberación; exigir tu sornisa perenne, eximirte de cargar con el peso de mi suicidio en tinta, pues sólo así puede tener mi locura un poco de sentido....
3 comentarios:
(sin palabras)
Las palabras son el pañuelo donde las lágrimas se secan.
Saludos.
mas que excelente.. me encantó!!!
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