Se equilibra la ecuación. Yo aquí. Tú allá. Todo vuelve a lo normal. A la maravillosa normalidad. El estrés normal de cumplir con los deberes, el parpadeo pesado -y normal- de un día más, la normal soledad en estas tardes vacías, el normal calor de mi cuerpo arrebatado por este invierno, la normal carga de no ser normal...
Y extrañarte ahora se vuelve normal también; la normal esperanza de creer que detrás de este tedio hay un sueño. Sólo que ahora el sueño tiene cara, y está lejos...
Y extrañarte ahora se vuelve normal también; la normal esperanza de creer que detrás de este tedio hay un sueño. Sólo que ahora el sueño tiene cara, y está lejos...
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