Sola aquí me acompaña tu rostro, trazado dulcemente en el lienzo translúcido de mi memoria. Me acompañan tus letras, juguetonas y efímeras, recordándome lo que no ha sido. Sola aquí me invade una paz seductora, tímida; y no importa si esta noche cuando te acuestes no me recuerdes, pues en este desierto, hoy, hay un oasis...
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