Tontas, ingenuas lágrimas, salen despavoridas a buscar un mundo que no conocen. Se suicidan, una tras otra, humedecen al mundo con sus tristezas. ¿Y qué pueden hacer? Nada, son tan cobardes que nunca hacen nada.
Y en un descuido se asoma tímido y trémulo el reflejo de mi alma en este mar de letras. Cuna de mi descanso y mi tortura: literatura.
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