martes, marzo 31, 2009

Dejarse matar así en silencio

Se mandó que se sentasen los soldados teniendo sus fusiles entre las piernas, llovían las bombas...Los soldados estaban siempre inmóviles, pero las balas los iban a asesinar en sus asientos, entonces quedaba un hueco y un charco de sangre. Aquello era horroroso sobre toda ponderación. Aquel suplicio de la inmovilidad, aquella muerte sin ruido, aquel terror concentrado sin más desahogo que el ¡ay! del herido. Todo aquello era más imponente que todos los asaltos de la tierra.

Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos. (Fragmento)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Seria que hace tiempo que no escribes, pero como me gusta leer tu palabras, serias tan gentil de no abandonar tu causa, hay quienes con leerte no sentimos mejor, besos

Nerea dijo...

Gracias. :) A mí también me gustaría no abandonarla. Pero resulta difícil a ratos.