domingo, agosto 17, 2008

Parece que lo que se ha perdido es la cadencia de la luz reflejándose en la hoja. De pronto se escucha un quejido vital, se pronuncia una voz que ha empezado a ser vieja y en un segundo deja de haber cielo para volar. El aire es pesado y yo, hoy, proclive a los nervios, más que trivial. Hoy no existe un segundo plano donde recrearse, sólo existe el primero, el del ruido cotidiano.

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