miércoles, mayo 21, 2008

Me sobra el tiempo.

La calidez vespertina aletarga sin sorprender. Cuando el tiempo sobra en la capital significa que uno está perdido. Y cómo no estarlo. Si nos hemos asqueado del exceso, de las palabras grandes y las grandes mentes, si nos hemos caído en el lodo mundano y trivial de las canciones melosas, cuando no en los magestuosos cielos, luchando sin gravedad, sobreoxigenados e imbéciles. No logro capturar una voz sin destilación, es terrible, pero todo tiene un sabor metálico, todo es eco, eco que viene de algún otro lugar, de algún otro tiempo y de alguna otra voz probablemente inventada. A una huella, a una fisura sin reparo, a eso sabe la boca del contemporáneo miserable. Y aquí estamos, preservarndo no se qué ingenuidad, quizás lo sensato es rendirse a tiempo. Idiota yo.

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