Ocaso de las palabras—¡zahorí en el silencio!
Un paso y otro más,
un tercero, cuya huella
tu sombra no borra:
la cicatriz del tiempo
se abre
y cubre la tierra de sangre—
Los dogos de la noche de la palabra, los dogos
resuenan ahora
dentro de ti:
festejan la sed más feroz,
el hambre más feroz...
Una última luna te socorre:
un largo hueso de plata
—desnudo como el camino que traes—
arroja a la jauría,
pero ello no te salva:
el rayo que evocaste
se encrespa aún más cerca
y en lo anto nada un fruto
que hace años mordiste.
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