lunes, abril 16, 2007

Viejo reloj

El molesto rechinar de los engranes manifiesta la antigüedad del reloj, que ha girado sus manecillas durante tantos años, con cansancio y sumisión, esperando que algún día se nos terminara olvidando darle cuerda, o se nos terminara olvidando solamente o se nos terminara, él o el tiempo. La cansada osadía de la rutina se muestra en la falta de aceite, de ideas, de ganas, de orgasmos. La vida en tonalidades grises, y el altar de muertos, fosforescente a un lado. Falta, de lividinización. Falta de sangre. Falta de juventud. Y eso a los veinte, qué será de mí a los treinta y dos.
Mas hay un destello de luz que ilumina la escena, que me brinda esperanza, que me recuerda un mundo distinto al del viejo reloj, que me salva.
Gracias ninu
por creer en mí
(con lágrimas en los ojos)

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