jueves, abril 05, 2007

Letargo

Un sutil letargo cae sobre la bronceada piel, suave, la mente flota sobre licores de ambrosía y el mundo – y con ello, sus horrores – se detiene frente a ese rostro sin gesto. Nada importa más que lo que importa, y eso es poco. Poco a poco se ha extinguido la flama, se ha aclarado el día, se ha pausado el pensamiento. Bueno o malo, no lo sé. La paz ganada es sólo máscara, sólo fantasía, (como la guerra, como la sangre misma) una hada se posa sobre el dedo de mi pie izquierdo, una sonrisa se desborda en carcajada y el enemigo se convierte en un cachorro sólo un poco torpe, como son todos los cachorros, inocentes en el fondo de haber tirado con la cola el jarrón vienés. El sopor me ha privado de todo placer, de todo dolor. Sólo, inexistencia. Eso fue lo que pediste, querida.

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