Desde que tengo más amigos convertidos en desconocidos
y más amantes convertidos en conocidos
han disminuido mis patologías
duermo mejor
y hasta sonrío más.
Gracias por ello
a todos los imbéciles
(no juzgo, sólo describo)
que me hicieron el favor
de esfumarse de mi vida.
Sin drama,
ni reclamo
ni sarcarsmo,
sólo se necesitaba un primer valiente
en pronunciar un veredicto claro:
lo muerto muerto está
y en la finitud
también está la salvación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario