- Eres mi invención.
- ¿Y por qué no me matas entonces?
- No puedo.
- ¿Por qué? ¿Le temes a un producto de tu imaginación?
- No, porque moriría yo también, tarado, eso lo sabe todo el mundo.
- Bueno, entonces... ¡Transfórmame!, conviérteme en algo que no te duela.
- Eso intento...
- ¿Pero...?
- Pero nada, ni siquiera esto es algo que tú no me propondrías.
- Claro, y como yo soy tu invención...
- Exacto.
- Eres presa de tu imaginación ¿te das cuenta?
- No, tú eres la presa, yo sólo soy extensión de esa prisión tuya.
- Y te pesa.
- Y tú no existes, imbécil.
1 comentario:
Imaginación, máquina virtual capaz de emular, se la pueden instalar sentimientos, emociones, situaciones, sin que la máquina anfitriona, (nosotros mismos), corramos el riesgo de los posibles virus y fallos de software que pudieran darse.
Es posible conectarla virtualmente a la red e intercambiar archivos y mantener también un diálogo de máquina a máquina.
Cualquiera que viera la red desde fuera, en principio y sin más datos, no sería capaz de distinguir la máquina virtual de la física.
Interesante tu texto, como siempre me haces pensar :D
Publicar un comentario