Sólo busco entenderlo, sentirlo a mi manera.
Primero que nada quiero pedir disculpas a todos ustedes porque esta carta no será lo que se pudiera esperar, pero creí que lo mínimo que podía hacer por mi hermano y por mí misma, era abrir mi corazón y ser sincera, aun si mi sinceridad me llevara a recorrer caminos poco ortodoxos y poco amables para momentos como este.
__________:
He escrito y reescrito estas líneas infinidad de veces pasando siempre por las mismas trampas y las mismas tentaciones: contar anécdotas, pregonar palabras de consuelo, invocar a Dios y por qué no, al ángel que lleva tu nombre y nos vigila amorosamente desde arriba. Pero siempre, en el camino, me encuentro con algo que no termina de cuadrar, algo que se me escapa de las manos, que se escapa de mi comprensión del mundo y del mismo Dios. Levanto la mirada y la dirigo a tu cuarto: vacío. Escribo en un silencio insólito y no hay nadie que lo interrumpa, nadie que me distraiga pidiéndome la computadora, nadie a quien leerle mi discurso para que me diga cuan cursi o ñoña soy; y es entonces cuando adquiero conciencia de tu ausencia, de que no estás y de que no volveré a verte nunca más. Y ante eso, no puedo sino desvanecerme: las palabras de consuelo dejan de bastar y las anécdotas carecen de sentido, el dolor me penetra cada pensamiento y sólo me deja con una aguda y desgarradora sensación de absurdo y me repito: por qué te has ido, por qué te has ido, regresa, quiero sentirte, no es justo, no es justo.
Y por eso te pido perdón. Perdóname por mi descaro, perdóname porque mi dolor sea tan burdo y se exprese tan cinicamente, por no poder negar cuánto me gustaría que estuvieras aquí. Yo sé que tú no querías esto para mi querido, pero estamos a mano hermano mío, porque yo tampoco quise nunca esto para ti.
Y yo sé que la vida sigue, no en vano estamos todos con playeritas blancas a tu servicio. Y yo fantaseo por horas contigo viéndonos desde algún punto con tu ego desbordándose de orgullo. Sí, eres tú el motor de nuestros actos, eres tú el lazo que nos une y el pensamiento recurrente que nos motiva, pero también eres tú, tu ausencia, la que nos derrumba en ocasiones.
Perdimos mucho, eso es innegable. Perdimos a un ser infinitamente valioso y nada nunca será igual. Pero ante la pérdida, la única forma de sobreponerme es intentando ganarte también, salvarte a mi manera. Valorarte en cada uno de mis recuerdos, aprender de ti y recodarte para siempre.
En nuestras mentes quedas impreso como una huella inborrable y por mi cuenta corre que no morirás nunca en nuestra memoria, aun si fuera de ella hiciste lo que quisiste, cómo reclamarte hermano, si al final, también por eso te adorábamos...
Primero que nada quiero pedir disculpas a todos ustedes porque esta carta no será lo que se pudiera esperar, pero creí que lo mínimo que podía hacer por mi hermano y por mí misma, era abrir mi corazón y ser sincera, aun si mi sinceridad me llevara a recorrer caminos poco ortodoxos y poco amables para momentos como este.
__________:
He escrito y reescrito estas líneas infinidad de veces pasando siempre por las mismas trampas y las mismas tentaciones: contar anécdotas, pregonar palabras de consuelo, invocar a Dios y por qué no, al ángel que lleva tu nombre y nos vigila amorosamente desde arriba. Pero siempre, en el camino, me encuentro con algo que no termina de cuadrar, algo que se me escapa de las manos, que se escapa de mi comprensión del mundo y del mismo Dios. Levanto la mirada y la dirigo a tu cuarto: vacío. Escribo en un silencio insólito y no hay nadie que lo interrumpa, nadie que me distraiga pidiéndome la computadora, nadie a quien leerle mi discurso para que me diga cuan cursi o ñoña soy; y es entonces cuando adquiero conciencia de tu ausencia, de que no estás y de que no volveré a verte nunca más. Y ante eso, no puedo sino desvanecerme: las palabras de consuelo dejan de bastar y las anécdotas carecen de sentido, el dolor me penetra cada pensamiento y sólo me deja con una aguda y desgarradora sensación de absurdo y me repito: por qué te has ido, por qué te has ido, regresa, quiero sentirte, no es justo, no es justo.
Y por eso te pido perdón. Perdóname por mi descaro, perdóname porque mi dolor sea tan burdo y se exprese tan cinicamente, por no poder negar cuánto me gustaría que estuvieras aquí. Yo sé que tú no querías esto para mi querido, pero estamos a mano hermano mío, porque yo tampoco quise nunca esto para ti.
Y yo sé que la vida sigue, no en vano estamos todos con playeritas blancas a tu servicio. Y yo fantaseo por horas contigo viéndonos desde algún punto con tu ego desbordándose de orgullo. Sí, eres tú el motor de nuestros actos, eres tú el lazo que nos une y el pensamiento recurrente que nos motiva, pero también eres tú, tu ausencia, la que nos derrumba en ocasiones.
Perdimos mucho, eso es innegable. Perdimos a un ser infinitamente valioso y nada nunca será igual. Pero ante la pérdida, la única forma de sobreponerme es intentando ganarte también, salvarte a mi manera. Valorarte en cada uno de mis recuerdos, aprender de ti y recodarte para siempre.
En nuestras mentes quedas impreso como una huella inborrable y por mi cuenta corre que no morirás nunca en nuestra memoria, aun si fuera de ella hiciste lo que quisiste, cómo reclamarte hermano, si al final, también por eso te adorábamos...
Con todo el amor
Tu hermana
Tu hermana
No hay comentarios.:
Publicar un comentario