Viento mordaz
punzocortante
que hiere
destaza
la membrana de la humanidad.
Labios secos
corroidos
que sangran
que besan
el frío de la cotidianidad.
Y de repente
duele
en los huesos
la falta de diablo.
¿Dónde está
la cuna rota
el grito agudo
la conciencia
del vacío?
Letras infinitas
arrogantes
que bailan
presumidas
y se olvidan de decir.
Grilletes oxidados
apretados
que dictan
ciegos
lo que debes de sentir.
Y de repente
duelen
los ojos sacados
el disfraz del tiempo
Saber
que las cosas pasan
pasan
están pasando
Y de repente
despiertas
(despierto)
y lloras
(lloramos)
en nombre del cielo.
Mientras los hombres
se vuelven piedras
las piedras polvo
y el polvo olvido...
7 comentarios:
olvido...
muy bueno ehh el final me encanto
Entonces, que nuestro final llegue fulminante, dejando segundos unicamente para cerrar para siempre la ventana de una realidad con futuro "Final". Saludos.
Todo esto debe ir a un libro...
Hermoso.
Besos.
Si! que se hagan polvo.. que se los lleve el olvido.. si, si
Me da la impresión que las piedras crecen y quedan mudos testigos para siempre... Un abrazo Neria.
siempre me resultó fascinante el hecho de q uno sufre el olvido antes de olvidarse. puesto q después es pura inconciencia. pero si te ponés a pensar, con tantas cosas pasa lo mismo...
precioso lo suyo.
precioso.
Entre tántas cadenas y polvo, y viento, me siento en Arrakis!! jejeje, pero en serio, ese sentimiento de opresión y de un olvido resignado, que lleva primero a la sumisión (ceder ante las "letras arrogantes" que carecen de mensaje; luego, dejarse poner los "grilletes apretados"; y luego no ser más que polvo, es decir, llevar una vida intrascendente desde su principio hasta su fín), es desgarrador...
Su fuerza descarna y arranca, pero es en la prueba donde se ve el valor de los hombres, y el que con los grilletes puestos, sepa luchar contra la indignidad que los degradó a esa situación de dolor, muerte, y olvido, por mucho que muera, morirá en una dorada llama de gloria, y vencerá al olvido.
¡Ningún hombre desea ser olvidado! Al contrario, todos quisiéramos dejar algo en el mundo, para que el día de mañana se pueda decir: "Aqui yace..." con orgullo.
LLoras, despiertas, sufres, y olvidas... pero sabes que tus amigos estaremos ahí, y que además, si alguien tiene la fuerza para luchar contra esos grilletes opresores, eres tú. Me recuerdas un discurso que nos dio Cristina Rivera Garza sobre el lector crónico. Tranquila, y ánimo.
Cuando lleguen las cadenas, encontrarán en tí un bastión demasiado fuerte para ser sujetado.
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