Te despiertas en mi, tierno y enfrentado, y te extiendes suavemente por mi espina dorsal. ¡Qué estremecedoras son tus caricias! Tu dominio lúdico y profano del templo de mi alma. ¿Por qué?¿Con qué derecho fue que despertaste, amado mío, sobre mi piel de gallina, sobre mis llagas que sanas y mi boca que mojas de esperanzas?
¡Pero no hagas caso a mis reproches infantiles! Tápate los oídos y acurrúcate en mis suspiros; ¡ámame! ¡Ámame hasta dejar exhaustos mis pretextos y estrújame hasta que cese mi llanto!
¡Pero no hagas caso a mis reproches infantiles! Tápate los oídos y acurrúcate en mis suspiros; ¡ámame! ¡Ámame hasta dejar exhaustos mis pretextos y estrújame hasta que cese mi llanto!
Te deseo, amado mío; te deseo y te obtengo y te olvido y te vuelvo a desear. Pero no te acomodes, mi niño, sigue caminando de puntitas y ten cuidado de no despertar al gigante, porque es cierto que me tienes, pero también es cierto que aunque me hayas conquistado, sigues siendo un intruso...
6 comentarios:
Excelente escritora mujer, excelente.
Espero el mundo te lo retribuya como lo mereces.
Algún día tu nombre firmará una obra de la literatura universal...
atte.
yo
Este TU mundo real es el que a MI me gusta...
Gracias por transmitir asiiiiiii
Besitos NEREA
Introducirse de tal manera puede robar el corazón.
Saludos.
Muy bello escrito, llegara el momento en que te des cuenta de que el intruso ha dejado de serlo cuando lo encuentres llegado a casa.
Muy bello, al mundo le faltas tú...
Tanto tiempo, un abrazo.
Nerea:
Saludos desde Ags... Divino tu escrito como todos, parece que me conocieras, ya que siempre escribes lo que siento y me identifico plenamente con tus escritos, suerte.
*Karime*
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