Asco, siento asco por aquella que me mira, con sus ojeras de desvelo, con sus ojos de vacío, con su sonrisa cómplice y enemiga...
Rie cual violeta veraniega, en una debut meticuloso; ciega, absorbida por el kitch de tierra extraña, por el olor enrarecido, por la carencia nueva.
No es la sangre derramada la que reclama su honor, es el color del jade, el enervante perfume de las flores; la patria perdida en la foto debajo de mi almohada, el lenguaje entendido entre nuestras lenguas retozando.
Es mi imagen marchitada refugio de lágrimas muertas, ahogadas en la tormenta del alma, letras profanas que se esconden detrás del metal líquido, del reflejo sonriente de mi versión perfeccionada...
Me pregunto si debajo de mi piel bronceada, de mi traidora paz, de mis pies descalzos, por ahí entre mi coronaria y mi patria, entre mi amor y mi esternón, se encuentra aún ese diamante bruto, carbón sin corromper.
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Cómo negar que extraño, disfruto, pero no sé decir disfruto en portugués.

5 comentarios:
y tu lo dudas, mi pequeña ? yo no
Toda mina tiene una veta oculta.
Saludos.
Imagen marchitada? no lo creo.
guarda las lagrimas como los diamantes soñados
¡Venga! Corrompámoslo de a poco...
Creo que hay una parte de todos nosotros que jamás se corrompe, sin importar la edad o las experiencias.
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