sábado, junio 04, 2005

Vuelo

Es inevitable. El eterno vuelo del difuso sueño, no nos basta el cielo, no nos basta el suelo. Caen delicadamente destellos de mil colores; maternales abrazos, efírmera felicidad. Los sabores amargos se ocultan tras una sonrisa brillante, y el alma madreada recibe caricias y curitas. Jugamos a ser lo que nunca hemos sido, reímos, buscamos, con la esperanza latente de no encontrarnos.
Es inútil. Peco de amor, lo confieso. Amo el vuelo y deseo los destellos multicolores. Lo busco. Párvula escribo la historia y la tiño de rojo, dejando caer la suave, la húmeda fé sobre tus lienzos. Me lanzo al abismo de tus pupilas hipnotizada, y entonces recuerdo, y caigo, caigo...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

vamos a volar y soñar

Johan Schnabel dijo...

Como un Ícaro que asciende
y
cae
sin
alas
que
le
sostengan.
Y en el suelo, la sangre.

David Morán dijo...

En el abrigo de la imaginación nos sentimos más seguros, ahí quietos pensamos lo impensable y desarrollamos la matemática de lo abstracto, sin exactitudes y donde las contradicciones no rebotan en las paredes ni salen por la culata. Es un arma de dos filos, reconozcámoslo, ahí la materia descansa mientras el espíritu sale a pasear; divago y me pierdo hasta otro día.

Saludos desde Honduras.

Anónimo dijo...

peca de amor,eso solamente tiene una sola absolución..

Unknown dijo...

Volar de esa manera nunca es seguro, almenos hasta que conquistes a tu piloto por una eternidad.

Saludos.